Las infecciones del tracto urinario (ITU) son un problema común, especialmente en mujeres. Pero cuando estas infecciones se vuelven frecuentes —más de dos episodios en seis meses o más de tres en un año— hablamos de infecciones urinarias de repetición, una condición que puede afectar seriamente la calidad de vida y requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico más profundo.
Para el diagnóstico de una infección, es imprescindible contar con un cultivo de orina positivo. En dicho cultivo, se debe informar sobre el nombre de la bacteria y los antibióticos efectivos contra ella.
Muchas pacientes acuden a la consulta con “infecciones” de orina, pero, al no aportar cultivos, no es posible ofrecer tratamientos dirigidos contra las infecciones recurrentes, como las autovacunas (consulta la entrada específica sobre autovacunas).
¿Por qué se repiten las infecciones urinarias?
Las causas pueden ser variadas, y no siempre evidentes. Algunas de las más frecuentes incluyen:
• Factores anatómicos o funcionales: mal vaciamiento vesical, presencia de cálculos, estenosis uretral, vejiga neurogénica o reflujo vesicoureteral.
• Cambios hormonales: especialmente en mujeres postmenopáusicas, donde la caída de estrógenos puede alterar la flora vaginal y facilitar la colonización por bacterias patógenas.
• Hábitos de higiene o sexuales: relaciones sexuales frecuentes, uso de espermicidas, o prácticas de higiene inadecuadas pueden predisponer a infecciones.
• Presencia de enfermedades crónicas: como diabetes mellitus o inmunosupresión, que pueden afectar los mecanismos de defensa naturales.
¿Cómo se diagnostican?
Además del examen clínico, es fundamental confirmar la infección con un urocultivo, que permite identificar la bacteria causante y elegir el antibiótico más eficaz. En casos de repetición, puede ser necesario realizar estudios por imágenes (ecografía, urotac) o estudios urodinámicos para detectar alteraciones anatómicas o funcionales.
Estrategias de prevención
Prevenir es clave, y existen varias estrategias según la causa:
• Medidas conductuales: orinar después de las relaciones sexuales, buena hidratación, evitar retener la orina.
• Terapia con estrógenos vaginales: en mujeres postmenopáusicas, ha demostrado reducir las recurrencias.
• Profilaxis antibiótica: en casos seleccionados, se pueden usar antibióticos en bajas dosis durante periodos prolongados, o bien tras relaciones sexuales si estas están claramente asociadas a las infecciones.
• Terapias no antibióticas: como el uso de probióticos, arándano rojo (cranberry), D-manosa, aunque su eficacia aún está en evaluación y puede variar según el caso.
• Autovacunas: Es un tratamiento NO antibiótico en el que utilizamos la orina del propio paciente para generar una vacuna para la bacteria que está condicionando la infección crónica.
¿Cuándo consultar al especialista?
Si las infecciones son recurrentes, no se deben normalizar. Es importante consultar con un urólogo para descartar causas subyacentes y diseñar un plan de tratamiento y prevención individualizado.
Conclusión
Las infecciones urinarias de repetición no son solo una molestia: pueden ser la manifestación de un problema más complejo. El diagnóstico correcto, junto con un enfoque preventivo personalizado, puede marcar la diferencia y mejorar significativamente la calidad de vida.